lunes, 21 de marzo de 2011

MALAGA CINEMA

El Málaga Cinema fue un añejo cine de barrio que enclavado en una de las plazas más insignes de nuestra ciudad, en los años del franquismo consiguió, entre otras cosas, que miles de malagueños pudieran evadirse de la cruda realidad que padecían, gracias al abrigo de las míticas películas que se proyectaron en su pantalla a lo largo de su historia, y que llegaban, dicho sea de paso, mutiladas en su mayoría por las intolerantes dentelladas de la temida censura. No importaba, daba igual que aquellas cintas llegaran romas a los ojos del público. La dictadura franquista no pudo con la tremenda ilusión que representa la Gran Fábrica de Sueños que para miles de españoles, entre los que me incluyo, supone el cine. Son muchos los que hoy día aún conservan un gratísimo recuerdo en sus retinas de las inolvidables y deliciosas tardes de cine que pasaron en sus butacas. Malagueños que estos días andamos terminandonos de probar nuestras mejores galas para recibir, con los honores que merece, el estreno hoy del mayor evento cultural de la primavera en la ciudad, con el permiso claro está, de la inauguración, cuarenta y ocho horas antes, del esperado Museo Carmen Thyssen que ha servido para recuperar el coqueto Palacio de Villalón. Las alfombras rojas que empiezan a engalanar ya las calles de nuestro cada día más esplendoroso Centro Histórico, serán fieles testigos del paso por el Festival de Cine Español de Málaga, de la florynata del cine patrio por las salas de cine malagueñas, cuyas pantallas expondrán los más recientes trabajos de los principales realizadores nacionales, proyecciones que convertirán a la ciudad en la capital del séptimo arte español por espacio de siete días.
Un cine español que se encuentra secuestrado por una caverna intelectual que aún sigue creyendo a pies juntillas que la incivil guerra española, tan acertadamente rebautizada con tal prefijo en sus articulos por el académico Luis María Ansón, fue un conflicto bélico entre buenos y malos, y nada más alejado de la realidad. Estoy hasta el plumero de ver películas ambientadas en el sombrío trienio 1936-39, en las que siempre se denuncia con indocumentado sectarismo los crímenes y atrocidades cometidas por el rebelde bando nacional, y en las que siempre se representa al bando republicano como los santos inocentes que fueron injustos mártires de los abusos y de las tropelias que contra ellos cometieron los sanguinarios nacionales. Para cuándo una película que denuncie la quema de iglesias que supuso la pérdida de muchas obras de imaginería con el consiguiente menoscabo para el patrimonio cultural nacional? Para cuándo una película que denuncie las ejecuciones de curas y monjas por el simple hecho de ser religiosos, acribillados como animales en las tapias de los conventos? Yo les digo la respuesta, para nunca. O por lo menos, no hasta que no pasen a mejor o a peor vida, todos esos cineastas revanchistas que sufrieron en sus propias y jóvenes carnes la represión franquista, que todavía no se han enterado de que Franco murió en 1975 y que afortunadamente vivimos en democracia desde hace más de treinta años. Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero eso es una cosa y otra bien distinta es estar permanentemente contando por conveniencia mi versión sesgada e interesada de la misma.
Basta ya de que nos filmen la historia, y a conciencia la escribo con minúscula, que les interesa filmar. Si el cine es cultura, flaco favor le estamos haciendo a la sociedad con esas películas. La Historia, para lo bueno y para lo malo, ha sido, es y será sólo una por mucho que en este país existan todavía por desgracias dos Españas. Personalmente y por desgracia, ambas me hielan el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario