viernes, 22 de febrero de 2013

UNA NUEVA REALIDAD

Se deshizo el nudo de la corbata con la mirada perdida frente al espejo. Aunque había previsto la situación muchas veces en su cabeza, no supo de la verdadera dureza del momento hasta que no se hizo realidad. Un carta de despido ponía fin a media vida dedicada a una empresa, que ahora le despachaba sin la menor vacilación. Unas escuetas lineas de agradecimiento por los servicios prestados, que finalizaban con una cita para la recogida del finiquito. El lunes sería uno más de los casi seis millones de españoles que pueblan las colas del INEM sin tener el más mínimo halo de esperanza por encontrar un trabajo que los saque de la desesperación. Quién podría querer a un viejo administrativo de cincuenta años? Era carne de cañón, y él lo sabía mejor que nadie.
Se dejo caer sobre la americana que minutos antes había tirado en mitad de la cama. Le parecía que el techo del dormitorio se le venía encima. No sabía si iba a disponer de la suficiente entereza para presentarse delante de su mujer y soltarle la mala nueva que le estaba comiendo las entrañas.Y sus hijos? Cómo encajarían aquel golpe que les daba la vida? No iba a permitir que la difícil situación que se les venía encima les afectara ya que los dos chavales se encontraban inmersos en el estudio de sendas carreras universitarias, formación que sus padres en su época no tuvieron la oportunidad de cursar. Haría lo que fuera para evitar que sus hijos abandonasen los estudios por culpa de la precariedad económica en la que era muy probable que se vieran atrapados en un corto espacio de tiempo. Precisamente, el tiempo apremiaba así que debía armarse de valor sin mayor dilación, pues en media hora su esposa entraría por la puerta, al llegar de su trabajo de media jornada en la boutique de la esquina. Un empleo de cuatro horas diarias por el que ganaba menos de quinientos euros, y que cobraba en un sobre que recibía en mano todos los dias uno de cada mes. Y agradecida, algo que le recordaba su cuñada, día sí día no, al decirle el esfuerzo tan inmenso que hacía dándole trabajo con lo mucho que habían caído las ventas. 
El sonido de la cerradura al introducir la llave hizo que Pedro se levantara de la cama como un resorte. Sabía que su mujer se iba a extrañar al verlo en casa a esa hora cuando él no llegaba hasta las tres de la tarde. Sacando fuerzas de flaqueza, se puso en pie y con paso firme se dirigió hacia la puerta del dormitorio intentando disimular la pena que llevaba retratada en el semblante.Tras cruzar el pasillo, se adentró en el salón justo en el momento en que Esperanza entraba en la estancia, procedente del recibidor. 

-Cariño, me has dado un susto de muerte? Qué haces tú a estas horas en casa?, le preguntó sorprendida la esposa, que nada bueno se temía al ver la cara desencajada con la que le recibía su marido.
-Ha pasado lo que temíamos que iba a pasar, sólo que ha ocurrido antes de lo que imaginaba. Esta mañana me han despedido del....

Con los ojos cuajados en lagrimas y una mirada llena de ternura y amor, Esperanza no permitió que su marido continuase hablando, y acercándose a él, le selló los labios con el dedo índice de su mano derecha, al tiempo que lo abrazaba diciéndole al oído lo mucho que lo amaba. Pedro no pudo contener el llanto y se derrumbó abrazado a la mujer con la que llevaba compartiendo la vida desde aquella tarde en que decidieron hacerse novios a la salida del cine Goya cuando tan sólo les contemplaban quince primaveras. En ese momento supo que por muchas dificultades que la vida les sometiera a partir de ahora, el amor que siempre se habían profesado sería mucho más fuerte que cualquier complicación que se les interpusiera en el camino. En ese momento supieron que juntos podrían soportar lo que les viniera encima, por muy duro que fuera lo que tuviera que avecinarse. Habían comprendido que había merecido la pena estar el uno al lado del otro durante tantos años. Que había merecido la pena el respeto, la comprensión y el compromiso a los que nunca dejaron de ser fieles. Ahora sabían que estaban preparados para afrontar la nueva realidad que se les había presentado. Y es que sólo hay una cosa más poderosa que el dinero. El amor verdadero.


viernes, 15 de febrero de 2013

MIENTRAS HAYA VIDA

Pensaba que la clase política era dura de oído, pero al parecer esa sordera no era más que mera impostura. Quizás la oleada de suicidios relacionados con los avisos de desahucio haya obrado el milagro, y los políticos vuelven a recuperar la sintonía con el sentir del pueblo, de la que tan solo se acuerdan durante las campañas electorales. La cruda realidad que vivimos les obliga a tener que volver a recuperar la señal. Lo cual debe ser motivo de alegría porque ha quedado claro que escuchar, escuchan y muy bien, por lo tanto no precisan de audífonos como pudimos comprobar el pasado martes cuando el Congreso de los Diputados aprobó debatir la propuesta de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que lucha porque en España la dación en pago sea una realidad legal que sirva para que una persona pueda saldar la totalidad de su deuda hipotecaria al entregarle la vivienda al banco. Con la actual y arcaica ley hipotecaria de 1945, si usted no puede pagar la hipoteca, te embargan la casa, y es muy probable que tras verte de patitas en la calle, el banco te siga reclamando judicialmente el resto de la deuda que no se ha podido cobrar al adjudicarse la casa en subasta pública, debido al desplome sufrido por el valor del inmueble. Minusvalía de la que no tiene culpa ni el prestamista ni el prestatario.
La mayoría de estas viviendas fueron adquiridas en los años de la bonanza ficticia que creó la especulativa burbuja inmobiliaria, que nos hizo vivir por encima de nuestras posibilidades, sin pararnos a pensar que aquello no era posible que fuera realidad. Por esos inmuebles se pagó lo que no valían, y para comprarlos se firmaron unos préstamos hipotecarios que en muchos casos, permitían financiar hasta el cien por cien del precio de la vivienda, ya que existía, no solo en la mente bancaria sino en el pensamiento de todos, la idea de que el ladrillo nunca perdería su valor. No sabíamos lo equivocados que estábamos.
El pinchazo de la burbuja supuso el inicio de la masiva destrucción de empleo que ha provocado que miles de españoles hayan perdido su vivienda por no poder hacer frente a las cuotas hipotecarias al quedarse sin trabajo, con el agravante de tener que seguir en deuda con el banco después de que el embargo judicial haya terminado. Si una persona, por su precaria situación laboral y económica, se ve obligada a perder la principal inversión que realiza en su vida, debería bastar para saldar la deuda contraída, con la entrega de ese inmueble, que para los bancos no es más que otro ladrillo que anotar en su contabilidad, pero que para el desahuciado supone la pérdida de un hogar, con el desgaste emocional que ello conlleva y que para muchos se está convirtiendo en un trance imposible de superar. Perder, se pueden perder muchas cosas en esta vida, pero lo que no podemos perder nunca son las ganas de vivir. Porque mientras haya vida, siempre quedará esperanza.

viernes, 8 de febrero de 2013

VALIENTE SAN VALENTIN

Para pocas flechas está Cupido. De los recortes no se libra nadie, y el Angel del Amor no iba a ser menos. Así que si tienes la suerte de estar enamorado y ser correspondido por una persona que merezca la pena, mejor para tí. Y mejor para el querubín, un corazón menos que partir. Que no saben ustedes cómo se ha puesto el kilo de flecha.
El 14 de febrero, si nada ni nadie lo remedia, los enamorados celebrarán su gran día. Siempre he pensado que esta fiesta fue creada por el comercio y la hostelería, para animar las ventas tras la agónica cuesta de enero en la que solo se consume lo necesario para poder llegar al día 31, sin que tengamos síntomas de desnutrición. Si es de los que deja todo para última hora y aún no ha reservado mesa para cenar el jueves por la noche, no sé a qué espera, pues aunque no tengamos ni para dos de pipas, siempre nos quedará liquidez, aunque sea de plástico prestado, para pegarnos un merecido homenaje con el pariente o la parienta, donde sea menester. Que una noche es una noche. Y por una vez al año, que uno se ponga romántico, tampoco le va a hacer daño.
Frenética es la actividad estos días en las floristerías, que no dan a basto esta semana con tanto encargo de tanto enamorado que anda por ahí suelto, y en las perfumerías, las féminas agotan las existencias de las fragancias con la leyenda pour homme, a ver si al menos sus enamorados huelen como el maromo del anuncio, porque lo de saber ya es otra cosa. Por mucho que el mono se perfume, mono se queda.
Todo sea por pasar una velada de lo más romántico, aunque la tarde antes hayas estado discutiendo con tu pareja, como siempre, por algo que no tiene la menor importancia, y os hayais pasado la noche antes durmiendo espalda contra espalda. No pasa nada, el día 14 de febrero, desde que amanece, todo es de color de rosa. Hasta le insistes al del restaurante para que te de la mesa en el rincón más apartado e íntimo del local, donde la luz sea más tenue. Y que procure decorarla con una velita que ayude a crear un ambiente de lo más romántico, que contribuya a crear un universo aparte para solo ser compartido con la pareja. 
Y hasta te preocupas de que el establecimiento tenga música en directo interpretada por algún pianista que tocará los clásicos de los mas grandes cantantes románticos, y muy gustoso hará bises si alguna comensal, a los postres, le pide que vuelva a tocar aquella melodía que ambientó aquel momento en el que su marido le pidió que se casara con ella, no hace hoy tanto tiempo, aunque ahora les parezca una eternidad. 
Brindarán los enamorados por su amor y por la dicha de haberse conocido, si bien la experiencia de la convivencia a muchos les haya matado el misterio, al haberles hecho descubrir que aquellos príncipes o princesas, tienen más sangre anfibia en sus venas, de las que podían imaginar cuando se las prometían felices en aquellas lejanas y cálidas tardes de noviazgo.

viernes, 1 de febrero de 2013

UN RESPIRO POR CARNAVAL

Sobresueldos en sobres tintados de negro, fundaciones políticas que reparten dinero a familiares de militantes para que todo quede en casa y que pagan hasta tres mil euros por artículo que ya quisiera Vargas Llosa, corruptos yernos reales de cara dura y mano larga, y no precisamente por haber jugado a balonmano, seis millones de parados...Como en esta España de pandereta nos sobran los motivos para darles alegrías a unos cuerpos hastiados de pesares, el Carnaval se nos presenta como agua de mayo aunque sea una lluvia que caiga en febrero. Siete días para salir a la calle y, alzando la voz a coro ya sea en una murga, chirigota o comparsa, atreverse a gritar y criticar a los cuatro vientos porque no hay cinco, aunque sea en formato de coplilla y bajo el cobijo de un disfraz, aquello que tanto nos cuesta denunciar en el trascurso de nuestro día a día. Cuando la necesidad más aprieta y parece que vaya a dejarnos sin respiro, es cuando mejor se agudiza el ingenio para enhebrar letras que son el fiel reflejo de los quejidos y lamentos que no deja de sollozar el pueblo español en el último lustro, desahogo que nos sirve de balón de oxígeno para que una pizca del trasnochado optimismo nos haga desear volver a mirar el vaso para verlo medio lleno.
Dada la situación en la que nos encontramos, imperiosamente necesitamos recuperar la ilusión y confiar en que lo que está por llegar será mejor que lo que se acaba de marchar. Es una necesidad tan elemental para poder vivir como el aire que nos llevamos a los pulmones en cada inspiración.
El escenario en el que se desarrolla la comedia de nuestra vida ha enrarecido su ambiente hasta decir basta, y en este entorno en el que se desarrolla nuestra existencia, se antoja ciertamente complicado afrontar la rutina diaria con la necesaria dosis de esperanza en un mañana que vuelva a llenar de luz un porvenir que se ha perdido en las tinieblas de una crisis que quiere apagarnos el deseo que todos tenemos por encontrarle la salida a este laberinto de miserias y desdichas.
La semana que tenemos por delante nos brinda la oportunidad de retomar por unos días el sentido del humor, tan difícil de sentir para muchos en estos momentos, y las ganas de reirnos hasta de nuestra sombra, una sombra que en estas noches de duermevela, tiene un buen rato de guasa. La capacidad para poder reirse de uno mismo es una de las mejores virtudes que el ser humano puede poseer, pues le sirve como herramienta idónea para algo tan importante en esta vida como es relativizar, ser capaz de quitarle hierro a aquello que no merece tanto padecimiento porque en realidad no tiene la importancia que en un principio le habíamos otorgado. Si bien para ello es necesario dedicarse unos minutos para meditar sobre ese problema que nos quita el sueño, inversión de tiempo que, por desgracia, no tenemos la costumbre de realizar. Aprovechemos la visita de Don Carnal para regalarnos unas jornadas de jolgorio y cachondeo que tanto bien nos causarán en el alma. Ya tendremos tiempo de volver a humedecer el lagrimal, cuando nos quitemos el antifaz. Menos mal que ha venido Febrero y con él, el Carnaval.