lunes, 31 de diciembre de 2012

NO LO LLAMES AMOR

Relato presentado el pasado 30 de Noviembre al I Concurso de Relato Breve convocado por la Biblioteca Municipal de Rincón de La Victoria. Como no ha resultado ganador, he decidido compartirlo con todos vosotros. Espero que lo disfruten tanto, como yo disfruté al escribirlo. 




-Ya era hora de que llegaras! Estoy que me muero de hambre. Podrías haberte tardado más en comprar dos putas baguettes. Mira si eres huevón…
Con estas dulces palabras Diego Sánchez, agente comercial de seguros, varón de 35 años, recibía la cariñosa bienvenida de su señora esposa, al regresar de comprar el pan para preparar el agradable, para él, no tanto para ella, desayuno de cada sábado.
Nada más cerrar la puerta del coqueto piso de dos dormitorios en el que vivía con su esposa desde hacía más de cinco años, en pleno Centro Histórico de Málaga, la pesadumbre y un profundo sentimiento de culpa se apoderaron de Diego, haciéndole creer, una vez más, que era un completo desastre. A pesar de ello, dejó las llaves colgadas en el cajetín del recibidor, y se decidió a entrar en la cocina donde le esperaba Eva León, intentando esbozar la mejor de las sonrisas que podía dibujar en su rostro. El aroma a café recién hecho le ayudó a mirar a Eva, con la misma mirada de aquel hombre que, un día, prometió a su novia amor eterno.
-Cariño, la panadería estaba hasta la bandera y han tardado más de lo normal en atenderme. Ni que regalasen el pan, que por cierto cada vez está más caro. En fin, no tendré más remedio que afinar la silueta. Y tras una sonora carcajada propia de un corpachón cuajado de buenismo, procedió a preparar las rebanadas de pan para que se tostaran en el grill.
No era un sábado como otro cualquiera. Y tanto que no lo era. A las diez de la mañana, el simpar jefe de Diego, un tipo mediocre que alimentaba su crueldad, humillando a sus subordinados, había citado a su equipo de comerciales en la jefatura de zona, con la única intención de fastidiarles el inicio del fin de semana, a sus, cada día, más frustrados compañeros de trabajo. Sí, los subordinados, en una empresa, son compañeros, y no empleados. Como algunos ineptos aún acostumbran a decir cuando se están refiriendo a aquellos profesionales que trabajan en los equipos que dirigen, bajo su supervisión, control y seguimiento. Creerán los muy incapaces que las empresas son suyas por el mero hecho de ocupar un puesto ejecutivo. En el que hoy estás, y mañana puede que no estés.
-Eres un desastre desde que te parió tu madre y se ha acabado!. Anda, prepárame esa tostada llena de calorías, con la que tanto te gusta flagelarme. Tú sigue tentándome la boca con aquello que no debo comer…
Como Diego debía estar a las diez de la mañana en la entreplanta del número 10 de calle Cristo de la Epidemia, tuvo que apurar el desayuno de pie, en poco más de diez minutos, pues la hora de salida de casa para no perder la virtud de la puntualidad, se le venía encima sin darle cuartel. Su reloj digital de pulsera, regalo de Reyes de su padre, sonó para avisarle de que las nueve y media en punto de la mañana, era ya una realidad en su muñeca, lo cual le obligaba a poner pies en polvorosa para llegar a tiempo a la fastidiosa reunión de trabajo, que su jefe le había puesto en la agenda, la mañana de la víspera.
Besó a su mujer en los labios como si fuera la vez primera, o quizás como si supiera que nunca más volvería a verla. Tomó su maletín de piel color beige que su madre le compró para celebrar la firma de su contrato laboral, con carácter indefinido, como agente de seguros en una de las principales compañías españolas del gremio, y abrió la puerta de su casa tras enfundarse el abrigo negro de paño que tan elegante porte le daba a su figura. Mientras esperaba la llegada del ascensor, pensó que debía darle gracias a la vida, por lo bien que le trataba. Tenía salud, un buen puesto de trabajo, un sueldo aceptable para los tiempos que corrían, y la dicha de tener a su lado, a la mujer que le había enseñado lo que el verdadero amor significaba.
Nada más quedarse sola en casa, Eva no dudó un ápice en coger el teléfono inalámbrico, y tras unos segundos de vacilación, por fin se decidió, empujada por el deseo que le despertaba la morbosa fantasía, a marcar el número de su compañero del gimnasio, Toni. Había llegado la hora de que aquello con lo que tanto llevaba fantaseando durante tres meses, por fin se hiciera realidad. La tarde en que lo vio entrar por las puertas de su centro de trabajo, para comenzar a impartir clases como monitor de spinning y body-combat, se juró a sí misma que, más pronto que tarde, aquel cuerpo de Adonis yacería entre sus muslos. Una oleada de deseo recorrió todo su cuerpo de punta a cabo, justo en el instante que escuchó, cómo el número de móvil de su compañero recibía el primer tono de llamada.
-Toni? Hola, qué tal, soy Eva. Oye, que como voy a estar sola en casa hasta cerca de las dos de la tarde, pues que tenemos tiempo suficiente para que, tranquilamente, me enseñes ese video sobre pilates del que me hablaste el miércoles, para mi clase del lunes por la tarde. Ok, ok…Calle Carretería, nº39 2ºC. Gracias, guapo. Un beso. Adiós, adiós.
Debido a las circunstancias que nos rodean, cuya incidencia sobre nuestras vidas no podemos controlar, el antojo de la Diosa Fortuna quiso que, aquella preciosa mañana de otoño que bañaba de tibia luz las calles de Málaga, las dichosas circunstancias ya referidas, se tornaran en contra del bueno de Diego.
Cuando tan solo llevaba transcurrida una hora de reunión, de repente, su jefe se sintió indispuesto por algo que cenó en mal estado la noche anterior, y no le quedó más remedio que dar por concluida la cita con sus “empleados”. Suspendido el despacho con su superior a las once, como hombre detallista que era, a Diego se le ocurrió acercarse a la Floristería Galán, de Calle La Victoria, para comprarle a su amada, un lindo ramo de rosas, con el que a buen seguro, la sorprendería y le alegraría el sábado. Curiosamente, en esa misma floristería, le compró a su mujer el primer ramo de rosas rojas con el que quiso agasajarla para celebrar su primer aniversario como novios. Y ahí iba nuestro protagonista, bajando por La Victoria dirección Plaza de la Merced, tan henchido de felicidad que no cabía en sí de gozo. La sonrisa que afloraba por la comisura de sus labios y su determinado paso al caminar, así lo atestiguaban.
Al entrar en el portal con el ramo en una mano y el maletín en la otra,  Diego se topó con su vecino Manolo. Más próximo a la cincuentena que a la cuarentena, no dudó en hacerle la fiesta a su vecino, ya que esa noche se emitía por televisión y en abierto a las diez de la noche, por enésima vez, el partido del siglo que cada año juegan dos veces a lo largo de la temporada de liga, los dos grandes clubes del futbol español.
-Diego, no me digas que te ha tocado pringar un sábado por la mañana. Oye, pásate esta noche por casa para ver el partidazo. Voy a por unas cosillas de las que nos pirran para aliñarlo. Qué?, te apuntas?, le espetó su vecino.
- Gracias, vecino pero no puedo. Toca la cena de rigor de cada mes en casa de mi hermano, para restregarnos que su vida es maravillosa, que son inmensamente felices y que comen perdices un día sí y el otro también. No se aburren de tanto fanfarronear..., le dijo Diego a su vecino, desahogándose en cada palabra que pronunciaba.
-Tú lo que tienes que hacer es, nada más llegar, empezar a anestesiarte etílicamente y problema solucionado. Me marcho, nos vemos. Ciao!. Manolo se esfumó camino del supermercado de la esquina, para avituallarse de jamón de bellota y buen rioja, de cara al partidazo que esa noche se iba a meter entre pecho y espalda.
Con todo el sigilo del que pudo hacer acopio, Diego hizo girar la cerradura de su puerta con un suave golpe de muñeca. Ni un inaudible decibelio de ruido quería hacer para que la sorpresa fuera perfecta. Para lograr tal fin, se descalzó en el recibidor extrañándose por encontrar colgada en el perchero, una cazadora de hombre que no le sonaba de nada. La luz de la cocina que quedaba a mano izquierda, se encontraba apagada. Luego, pensó que, a la hora que era y como Eva tenía mucha ropa que planchar, posiblemente se encontraría faenando en el dormitorio que tenían como cajón desastre. Al dar el primer paso para entrar en el pasillo, Diego escuchó un tímido gemido casi imperceptible. Pero gemir, escuchó gemir. No había duda. Descompuesto, desconcertado y esforzándose por no temer lo peor, avanzó hacia el dormitorio principal sin que sus pisadas apenas retumbaran sobre el frío suelo de mármol.
Una vez en el umbral de la puerta del dormitorio principal, Diego se encontró con una escena que jamás habría imaginado. Estupefacto, con la garganta empezándosele a secar por la impresión, y el corazón iniciando un latir desbocado, dejó caer el ramo, liberándolo de la temblorosa mano de un marido ultrajado.
En la cama de matrimonio estaban Eva y Toni. Haciendo el amor con alocada y febril pasión, ella a horcajadas sobre él, batiendo su cuerpo con frenética cadencia, se mesaba los cabellos mientras Toni, agarrándole los glúteos, le mordisqueaba y succionaba sus hermosos y puntiagudos pezones de Venus del Sexo. Sensual coreografía que tornó a su fin cuando a los dos amantes les interrumpió su carnal lujuria, la primera palabra que manó de los desdichados labios de Diego cuando, pasados unos segundos, rompió a hablar.
Dirigiéndose en primer lugar al amante de su mujer, con una frialdad y  una serenidad en el habla que erizaban el vello, el cornudo marido sentenció:
-Tú, bastardo, fuera de mi cama. Corre, eso, corre. Cabrón, hijo de puta…
Al oír la primera sílaba del escueto pero firme y serio discurso de Diego, el pichabrava de Toni, sin decir ni esta boca es mía, se esfumó del piso medio desnudo y en cuestión de segundos.
Eva no salía de su asombro. No se explicaba cómo había podido pillarla, si le dijo que no llegaría a casa hasta la una y media de la tarde, como muy pronto. En el rostro de ella surgió una expresión de ira, y una mirada de odio comenzó a dibujársele en la cara. Sus inspiraciones empezaron a hiperventilar sus pulmones. Estaba a punto de estallar… Diego, después de echar al intruso de su alcoba, quiso dirigirse a su mujer con los ojos arrasados de lágrimas. Pero no pudo, pues Eva estalló, y con dedo índice acusador, le vociferó:
-Basta ya de llorar, joder!!!!Qué me has pillado follando?! Y qué?!. Eso es precisamente lo que llevo años sin hacer, y ya era de que le diera una alegría a este pedazo de cuerpo! Tú tienes la culpa! Porque eres un pésimo amante. Con 34 años se me había olvidado lo que era un orgasmo hasta hace veinte minutos. Menos mal que Toni me ha refrescado la memoria….Eh, vuelve aquí! Se puede saber dónde vas?!.
No había terminado Eva de hablar, cuando Diego, tras girar ciento ochenta grados, se dispuso a enfilar el pasillo con el rostro desencajado y la mirada perdida, siendo su cara presa de un demencial temblor que empezaba a dominar sus labios. Enjugándose las lágrimas con los puños de su jersey avanzó con decidida determinación hacia el cuarto del ordenador, antes mencionado como cajón desastre, y desempolvó una pequeña caja fuerte que tenía escondida en la parte más recóndita del armario. De ella sacó una pequeña pistola, que guardaba tres balas en el tambor. Eva desconcertada ante la reacción de su marido, se levantó de la cama, se puso el batín de seda de las noches especiales que brillaban por su ausencia, y cuando se disponía a salir del dormitorio, Diego irrumpió en la habitación, y a bocajarro le disparó dos tiros que le destrozaron los pulmones. La asfixia inició su lento suplicio, y Eva sentía que la vida se le escapaba y que nada podía hacer para retenerla.
Agonizando bañada en sangre, Diego, con la pistola aún humeante en la mano derecha, se llevó su temblorosa siniestra a la boca, horrorizado por la barbaridad que acababa de cometer. Al desplomarse Eva después de haberse caído de rodillas lentamente, mientras el ahogo le hacía llevarse desesperadamente las manos al pecho, de inmediato Diego se agachó y, rápidamente, le acomodó el fláccido cuello en su mano izquierda al tiempo que le apoyaba la espalda sobre el resto de su brazo. La pistola hacía segundos que la había expulsado con rabia de su diestra.
-Cariño?..Pero qué coño has hecho Diego, joder!No te mueras, mi amor, no te mueras. Lo siento. Voy a cambiar, he aprendido la lección. Ya no volveré a ser el imbécil de antes, ese Diego se ha muerto, mi vida. Me convertiré en el amante que siempre deseaste tener en tu lecho…Cariño???Ca…???Noooooooo!!!!!!!!!!
Eva murió en los brazos de su marido antes de que éste acabara de terminar su alegato de arrepentimiento. Diego, destrozado, continuó llorando, esta vez a lágrima viva. A los pocos segundos logró calmarse. Dirigió la vista hacia el arma, se levantó, la cogió del suelo, y se descerrajó un tiro en plena sien derecha. Su cuerpo recién muerto cayó sobre los restos de Eva. Una foto de ambos cuando eran novios, fiel documento gráfico de la felicidad que un día tuvieron, ahora salpicado con la sangre de los dos cónyuges, quedó como único testigo del trágico final de dos personas que una vez se amaron.

QUERIDO 2013

Con esta pequeña carta dedicada al Año Nuevo cerré el pasado sábado día 29 de Diciembre el espacio La Reflexión, con el que aperturo mi programa de radio Puntos de Vista. Dedicada a todas las personas que desean que 2013 sea un año mejor.  


Querido 2013 que aún no estás en nuestras vidas. Te escribo estas líneas para decirte, que llegas a un país acribillado por la peor crisis que haya padecido en los últimos cuarenta años. En España padecemos La Madre de Todas Las Crisis. Sí, aquí no hay una crisis, tenemos la crisis, ya que afecta al ámbito económico, financiero, político, institucional, y social. Así que, querido 2013, tienes muchísimo trabajo por delante, tanto como le falta a más de cinco millones de españoles. A ver si eres capaz de menguar esas largas colas de desempleados que les dan la vuelta a las oficinas del INEM, dónde la esperanza por encontrar un empleo digno, hace tiempo que ya no brota en el ánimo de aquellos que las componen.
Si consigues frenar la sangría de destrucción laboral que asola España, sólo por eso habrá merecido la pena tu llegada. Sé que la tarea es ardua, pero no imposible. Con ilusión, dedicación y esfuerzo, alcanzarás no solo ese objetivo, sino cualquiera que te propongas los próximos doce meses. Y por favor, te pido que confíes en tus posibilidades, pues la confianza en uno mismo, es fundamental si se quieren lograr las metas que uno se establece. Precisamente confianza, querido 2013, es lo que tanta falta le hace a la economía española. No tenerla en sí misma, sino merecerla de los demás. Ojalá, gracias a tí, vuelva a hacerse acreedora de ese merecimiento cuya ausencia debes borrar cuanto antes del debe de nuestras cuentas, si España, en un corto espacio de tiempo, quiere salir del cuello de botella en el que se encuentra estrangulada. 
En poco menos de 38 horas, cuando suenen las doce campanadas que anuncien la llegada del martes, 2012 pasará a la historia como el peor año que nuestra memoria recuerda, desde aquel difícil tiempo en el que tuvo lugar la Transición. Y tú, querido 2013, serás una realidad, que espero y deseo, marque el punto de inflexión de nuestra recuperación económica, financiera, política, institucional, y social. 
Que tu primer llanto sea un canto de esperanza para todos.


martes, 25 de diciembre de 2012

MARIANO RAJOY AÑO I

La víspera de la Nochebuena, en la Moncloa, Mariano Rajoy sopló la vela de su primer aniversario como Presidente del Gobierno. Desde aquel lejano 23 de diciembre de 2011, fecha de la celebración del primer consejo de ministros, ya han transcurrido doce meses cuajados de sinsabores para la inmensa mayoría de los españoles, introdujeran o no, la papeleta del Partido Popular en las urnas de sus respectivos colegios electorales el 20 de noviembre del año pasado. Y escribo lejano, porque cuando se pasa nada más que regular, qué lento transcurre el tiempo.Si no que se lo pregunten a los cerca de dos millones de hogares españoles en los que todos sus miembros son integrantes habituales de las largas colas del INEM.
Doce meses en los que el Presidente Rajoy, debido sobre todo, y en primer lugar, a la herencia dejada por Zapatero en forma de caramelo envenenado con la vil intención de que haga las veces de boomerang, y en segundo lugar y como consecuencia de lo primero, a las exigencias de Bruselas y La Troika basadas en su lógica desconfianza hacia la economía española, se ha visto obligado, muchas más veces de las que hubiera querido, a no cumplir lo prometido en el programa electoral con el que se presentó a las elecciones generales. Pensaban Mariano y todo el think tank de calle Génova, señor esposo de Doña Celia Villalobos a la cabeza, que nuestra economía no estaba tan mal. Sí, está hospitalizada, pero aún no está en la UVI, sigue en planta. Craso error. Eso le ocurre, Sr. Rajoy por confiar en personas que no son de fiar, máxime cuando a lo largo de casi ocho años en el poder, dieron repetidas y sobradas muestras de su falta de palabra. Léase la ministra Salgado, o mejor, el presidente Rodríguez Zapatero. Recuerden amigos, el soniquete tantas veces repetido al alimón por estos dos impresentables cuyo estribillo siempre decía que el déficit español acabaría 2011 en el 6%, cuando sabían perfectamente que eso era una estafa nacional en toda regla, como finalmente se comprobó. Un 6% no, un 9%. Eso son 40.000 millones de desfase. Los socialistas saben poco de economía, esto lo sabe hasta Jordi Sevilla, aquel que quiso enseñarle economía en dos tardes a Zapatero, pero para distinguir entre un seis y un nueve creo que el sectario intelecto les llega. Y mintieron con toda la intención del mundo para que Rajoy al llegar al poder, hiciera lo que hizo, desdecirse y faltar a su palabra electoral, con el consiguiente desgaste entre el electorado que ello acarrea.
Pero como esto es España, un país diferente, en el que rige una democracia de parvulario, que permite que El Maquiavelo de León ande suelto supervisando nubes, y lo que es más sangrante, sea nombrado incluso miembro de pleno derecho del Consejo de Estado, que yo no sé con qué autoridad moral puede este individuo intervenir y mucho menos aconsejar en ese consejo, después de arruinar a un país, y de sumirnos en la más grave crisis padecida por los españoles en los últimos cuarenta años. Y ya no hablo de la pensión vitalicia a la que tiene derecho por los servicios prestados.Y todo esto sucede porque lo que tenemos en España, a ver si ya nos vamos enterando de la película, es sin duda, y quien lo dude que se lo haga mirar, la Madre de Todas Las Crisis, ya que se trata de una crisis económica, financiera, política, institucional y social. Casi ná.Y quien piense que todo este desaguisado ha sido generado por obra y gracia exclusivas del primer año de Rajoy en la Moncloa, ni sabe donde tiene la cara, y lo que es peor, en muchos casos, ni quiere saberse. El Sr. Rodriguez Zapatero y determinados miembros de sus equipos ministeriales deberían haber sido procesados judicialmente por un presunto delito de Estafa Nacional y de Falsedad en Documento Público, pero como estas barbaridades que comete la clase politica gobernante nos están tipificadas en el Código Penal, porque entre otras cosas, no le interesa a ningún partido que esto se tipifique por aquello del hoy por tí, mañana por mí, pues así les luce de bien el pelo a los criminales de la política, y así de mal nos luce el cabello a los españoles, que siempre tenemos que cargar con los platos rotos de sus malas prácticas gubernamentales, por decir algo suave.
Seis días solo quedan para que el 2012 perezca al sonar las doce campanadas la noche de San Silvestre, y el 2013 sea una cruda realidad para todos. Y como muy probablemente, el objetivo comprometido de déficit del 6,3% es poco menos que un milagro que se cumpla, el Año Nuevo que nos espera podría ser aún peor que este que se nos marcha. Dicen los gurús de la economía que a finales del año que viene, España saldrá de la recesión y se recuperará la senda del crecimiento. Benditos los ojos de quienes puedan llegar a verlo, ya que muchos se dejaron sus trabajos, sus negocios y hasta sus vidas, en el intento. A todas estas, Feliz Navidad.

viernes, 14 de diciembre de 2012

PERO, ESTO ES NAVIDAD?

Antes de que inicien la lectura de esta publicación, quisiera advertir que soy cristiano, y aunque estoy bautizado y años más tarde recibí la Primera Comunión en la capilla del Colegio Cerrado de Calderón, tras la cual mi familia y amigos celebraron en mi honor, un pantagruelico almuerzo en una venta de los Montes de Málaga, que me condenó a no moverme de la taza del váter en toda la noche, no me considero católico ya que guardo serias discrepancias con ese gran partido político llamado Iglesia Católica, cuyo credo tiene poco que ver en mi opinión, con la Doctrina del Amor que Jesucristo legó a la Humanidad después de los tres años de vida pública que dedicó a predicar la Palabra de Dios. Aclarado esto, sería para mí un placer que siguieran leyendo.
Quedan diez días para que en un humilde pesebre de Belén, vuelva a venir al mundo Jesús de Nazaret. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra Navidad, en su primera acepción de cuatro que se recogen, dice bien claro, Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Cómo se nota que la izquierda sectaria y totalitaria de este país es poco leída y por lo tanto menos cultivada, pues de saber esto,ya habrían cambiado el orden de las acepciones, situando en primer lugar su tercera definición que dice lo siguiente. Tiempo inmediato al Día de Navidad, hasta la Festividad de Reyes, que como todo el mundo conoce, cae en 6 de enero, Epifanía del Señor. La segunda acepción tan solo se refiere al día en el que se celebra, 25 de Diciembre. Perogrullada aparte, voy a centrarme en la palabra tiempo con la que se inicia esa tercera acepción, y con su permiso, quisiera ahondar y reflexionar sobre ese concreto significado que encierra la palabra Navidad en su tercera definición. Y ese tiempo inmediato, es precisamente aquel en el que nos encontramos inmersos. Tiempo que dedicamos a todo, menos a celebrar el Nacimiento del Señor. Por lo tanto, les pregunto, lo que llevamos viviendo desde el puente de la Constitución y la Inmaculada Concepción, podría llamarse Navidad si nos atenemos al primer y principal significado de la palabra? Tiene algo que ver toda esta farándula con la celebración del Nacimiento del Señor? Sinceramente creo que no.
Y para apoyar mi opinión quiero emplear como argumentos racionales de peso, dos ejemplos en base a los cuales armo el criterio de mi reflexión. El Consumismo desaforado, del que todos somos victimas estas fechas, y los almuerzos y cenas con la familia, amigos y compañeros de trabajo, que sirven de merecido homenaje al pecado capital de la gula.
En primer lugar, quiero denunciar la absurda actitud consumista de nuestra sociedad, que gasta en estas fechas lo que no gana, gracias al dinero de plástico que creó la Western Union en 1914. Las tarjetas de crédito echan humo estos días y no hay quién tenga dos dedos de frente para apagar el fuego de esa pira consumista en la que a todos nos gusta arder, aunque solo sea por unas horas, antes de que lleguen sus Majestades de Oriente, ya algo menos de Oriente y más de Occidente, tras la publicación del último libro del Papa Ratzinger, La Infancia de Jesús, quién sitúa su procedencia en la vecina Tartessos, o Tartéside, nombre con el que los griegos bautizaron a la que creyeron primera civilización de Occidente, y que la Historia ubica en el triángulo formado por las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla. Ya me extrañaba a mí que los Reyes tuvieran ese arte y fueran tan desprendidos y generosos viniendo de Oriente.
En segundo lugar, me siento en la obligación de denunciar los continuos excesos a los que sometemos nuestros estómagos sin pudor alguno en este espacio de tiempo al que llamamos Navidad, ya sea en casa cenando o almorzando con la familia, en esas sobremesas en las que la tensión podría cortarse con el cuchillo de carne en numerosos hogares españoles, pues casi siempre toca compartir mesa y mantel con algún familiar que es más difícil de tragar que un mantecado con la boca seca; ya sea en esas comidas o cenas que celebramos con amigos y compañeros de trabajo en los mejores restaurantes de la ciudad, sin pararnos a pensar que ya, el pasado enero nos costó la misma vida llegar a febrero. Al menos las primeras son una garantía de disfrute, no tanto las segundas, a las que casi te obliga a ir el jefe, ese mismo individuo que se ha pasado todo el año diciéndote de todo menos bonito, luciendo su maestría a la hora de empatizar con su equipo de trabajo, para que brindes con él por la Navidad en un excelso ejercicio de hipocresía. Y si le dices que no puedes asistir al almuerzo o a la cena de turno, te mirará mal acusándote de ser un mal compañero por despreciar su invitación. No sabe uno que es peor, si ir y brindar mientras te acuerdas de su santa madre esbozando la mejor de las sonrisas, o si no acudir y asumir así el sambenito de esquirol que te va a colocar nada más cuelgue el teléfono, amén de la crucecita negra en el expediente que te anotará para acordarse bien de la afrenta, cuanto te toque la evaluación de tu desempeño. Así que, saben lo que les digo, si en todo esto consiste celebrar la Natividad del Señor, que venga Dios y lo vea.