sábado, 12 de junio de 2010

Sobre la Reforma Laboral y otros desastres...

Ya queda menos para que el insigne incompetente que nos gobierna, que no es otro que Diego Luis Rodriguez Zapatero, sí leen ustedes bien, no se llama José de primer nombre, sino Diego, porque allí donde dijo digo, siempre acaba diciendo diego, nos ilumine el camino con una nueva de sus improvisaciones que como mal acostumbra, llega tarde, con prisas, impuesta en sus principales rasgos por las directrices del Ecofin, organismo que en la actualidad diseña y ejecuta nuestra política económica, y por si fueran pocos ingredientes para tan monumental desaguisado, nos va a llegar al mundo desprovista del necesario y obligatorio consenso que debe alcanzarse entre sindicatos y patronal, para beneficio mutuo de trabajadores y empresarios, es decir, para el verdadero motor económico de este país. Lo que ocurre es que por desgracia para esta España que aún puede llamarse por su nombre, no sabemos qué ocurrirá mañana, sindicatos y patronal no representan a nadie, tan sólo a sus viles intereses partidistas. Y moderando este diálogo de besugos, el besugo mayor del reino, Diego Luís Rodríguez Zapatero, que no ha tenido nunca las agallas suficientes para cortar esta perdida de tiempo aprobando una adecuada y muy necesaria reforma laboral por decreto ley, no lo ha hecho por el terrible miedo que le tiene a una huelga general, y por su demostrada torpeza para las cuestiones económicas, generada por el simple hecho de que las ramas de su ideología política le ha impedido ver la realidad de nuestro bosque económico.
En tan sólo seis años, desde que nos dirige el Nuevo Faro de Occidente, el Padre de la Alianza de Incivilizaciones, aquél que le marcó el sendero de la victoria al mirlo blanco de piel negra que lidera la vasta tierra de las barras y estrellas, hemos pasado de estar entre las diez primeras potencias económicas del orbe, a estar entre los paises de la tercera velocidad europea. Todo, y absolutamente todo ha sido mérito de nuestro querido presidente, y de la horda de inútiles de la que gusta rodearse. Que no busque culpables fuera de sus dominios porque sólo hallará un páramo yermo, los causantes de la ruina del Estado del Bienestar, los tiene en casa, pegados a su falda, con caras de yo no he sido.
Nos hemos convertido por obra y gracias de este optimista patológico en un estado tutelado, que dicho sea de paso, hasta es algo positivo, porque para que siga este señor pariendo disparates con la venia entregada de la titular de Economía, es preferible mil veces que nos dirijan desde Bruselas. Como bien dijo una vez Diego Luís, "conozco a muchas personas que podría ser presidentes del gobierno". Totalmente de acuerdo con usted, señor presidente, tan incapaces como su persona, a buen seguro que encontramos un par debajo de cada piedra.

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