sábado, 19 de febrero de 2011

QUE SEA LA ULTIMA

No vayan a creerse que escribo en caliente. Ni mucho menos. Siempre fui de la misma opinión, siempre he pensado lo mismo, por más que el cavernícola machismo que aún continua sumergiendo a una putrefacta rama del género masculino en la más aberrante, execrable y desquiciada versión de sí mismo, siga empeñado en rebanar cuellos de sus parejas femeninas con premeditación, nocturnidad o no, eso es lo de menos, y mucha alevosía. Quisiera dedicar estas líneas al recuerdo de la última victima de la violencia machista, vil y salvajemente asesinada en una de las calles de la tan malagueña barriada de El Palo, y a exponerles qué pienso ante casos como éste. Va por tí, Susana.
Yo iré a Alhaurín pero a ella me la llevo por delante, amenazó el asesino de forma premonitoria a la madre de la asesianada en una conversación telefónica que mantuvo con su suegra días antes, y a fe desgraciada que cumplió con su palabra. Cuando una persona llega a cometer tales actos que previamente ha meditado y hasta se ha atrevido a pregonar, a buen seguro que no está en sus cabales. Y me planteo las siguientes preguntas. Por qué esa persona llegó a ese grado de locura? Qué fue lo que le llevó a hacer lo que hizo con esas dosis de determinacion, sangre fría y ensañamiento que hielan el cuerpo y el alma? Pudieron hacer la Administración Pública y los Cuerpos de Seguridad del Estado un mayor esfuerzo que habría podido evitar este vergonzante crímen? Estas son las reflexiones que considero deberíamos hacernos todos en estas circunstancias.
En primer lugar, seguramente el marido de Susana no fuera tan hijo de la gran puta como lo pintan los medios de comunicación tras la comisión del asesinato de su ex-pareja, ni ella sería tan santa como nos quieren vender los periodistas, familiares y allegados. Ya se sabe que no hay nada como morirse en este país para que todo el mundo hable bien de tí, hasta los que no te podían ni ver son capaces de deshacerse en elogios mientras tiran flores sobre tu tumba. Vocación de plañideras que llevamos a gala los españoles. Probablemente, diversos motivos, unos de índole económico, dicen que cuando la miseria entra por la puerta el amor salta por la ventana, y otros de corte pasional, como podrían haber sido los dañinos celos sin base racional alguna ni hechos probados que los justifiquen, que no son sino una de tantas patologías psíquicas que perturban las estresadas mentes de principios del siglo XXI, los que fueron poco a poco minando la cordura de este individuo hasta que la sinrazón acabó dominándolo por completo, hasta llegar a ese deplorable desenlace final que ya sabemos cómo fue.
En segundo lugar, estoy absolutamente convencido de lo siguiente, de que las administraciones, central, autónomica y/o local, y la policía no han estado a la altura de las circunstancias. No sólo pudieron, debieron hacer algo más, no es de recibo que la víctima pidiera protección y se la denegaran porque, por lo visto, a los ojos de no sé qué lumbreras de la Junta, la solicitud no cumplía los requisitos necesarios para ello. El caso, analizadas las continuas amenazas recibias por Susana en diversos correos electrónicos, no revestía la suficiente peligrosidad. Y ante esto, me atrevo, no sin pavor, a preguntarme a mí mismo, no podría haber sido la antequerana víctima de las continuas zancadillas que Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga andan continuamente poniéndose por el diferente color político que las gobierna? De sólo pensarlo se me ponen los pelos como escarpias. No, mejor desviemos nuestro pensamiento hacia otro lado.
Lo que sí podría hacer el fenómeno que dictaminó la denegación de la protección que tanto necesitaba la asesinada es dimitir, nos haría un favor a los contribuyentes y de paso aliviría su cargada conciencia, aunque eso sería como pedirle peras al olmo, pues se trata de un verbo que le cuesta horrores conjugar a la clase política española. Ojalá que esta persona sea la última en dejarnos a manos de la barbarie machista. Descanse en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario