viernes, 17 de agosto de 2012

MUÉRETE EN CASA

Interior acaba de conceder el tercer grado penitenciario al etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga, uno de los secuestradores de Ortega Lara, que no tuvieron ninguna humanidad cuando decidieron, con determinada sangre fría, enterrar en vida durante 532 días a este ser humano, entonces funcionario de prisiones. Enfermo terminal de cáncer de riñón, la metástasis que padece le llevará a criar malvas, con una probabilidad del noventa por ciento, en menos de un año, según el equipo médico que le atiende en el Hospital San Sebastián. Ya sólo queda que el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional le conceda la libertad condicional. Una historía con un final demasiado fácil de presagiar.
El malo de Josu es bastante probable que pueda celebrar su ultima Navidad con su familia, y morirá en su cama en compañía de los suyos, un privilegio que no tuvieron los asesinados por la banda terrorista en ningún momento. Nunca tuvo la serpiente gusto por la compasión, y jamás esgrimieron razones humanitarias para darle matarile a los 829 inocentes que han sido victimas mortales de sus crímenes a lo largo de su mezquina historia, algunos de una crueldad tal que bien podría haberlos firmado el mismísimo Satanás. Aún se me ponen los pelos como escarpias cuando veo las imágenes del atentado de Hipercor, o el perpetrado contra la casa cuartel de Vic, por poner un par de ejemplos de cómo se las gastan Josu y sus camaradas.
Sin embargo, por mucho que me repulse que esta decisión del Gobierno le otorgue a este tipejo un privilegio que no merece, por mucho que me moleste que este criminal, que aún no se ha arrepentido, reciba la misericordia del Estado de Derecho, hay algo que no se nos debe olvidar jamás, aquello de que la ley está para aplicarla, acatarla y cumplirla. Y ahora, el mundo abertzale (que mal me ha sonado siempre esa palabra), se apuntará el tanto de haber doblegado al Gobierno opresor de Madrid, gracias a la presión ejercida por la rueda de huelgas de hambre iniciada por cerca de trescientos presos etarras en las carceles españolas, y que gracias a la gracia de Mariano, volverán a mover el bigote tres veces al día a costa de todos los españoles, eso sí no lo han hecho ya, porque la libertad condicional que dictamine Pedraz a principios de la próxima semana, está más cantada que el Mediterraneo de Serrat. Ala Josu, muérete en casa. Dicen que mi niñez sigue jugando en tu playa....

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