viernes, 31 de agosto de 2012

JUVENTUD, DIVINO TESORO?

Ser joven y español tiene poco futuro. La generación de españoles mejor preparada de la Historia corre el grave de riesgo de perderse, aburrida de tanto esperar por un trabajo digno, hora tras hora, jornada tras jornada, en las largas colas del INEM. Lo de ir a buscar empleo a este organismo público tiene ya más de hábito social que otra cosa, algo así como bajar a ver el futbol al bar de la esquina los domingos por la tarde. De hecho, un amigo que lleva buscando empleo tres años me asegura que trabajo no le han dado, pero un par de buenos colegas con los que quedar los fines de semana sí que ha encontrado. Bueno, como casi siempre, no hay mal que por bien no venga.
Nuestros jóvenes desempleados nacieron al calor de un Mundial de futbol cuya mascota era una simpática naranja vestida de futbolista que respondía por el nombre de Naranjito, y de la que muchos nos enamoramos a primera vista siendo niños. Sin duda, fue lo mejor del campeonato, a tenor del sonrojante torneo realizado por la selección de aquella época, que se parecía a esta en la nacionalidad de sus integrantes y poco más. Sus padres no tuvieron la suerte de poder costearles el bautizo con el cheque bebé de Zapatero, ya saben que Gonzalez siempre fue mucho más discreto que el leonés a la hora de comprar voluntades. Recibieron por primera vez el Cuerpo de Cristo cuando en España a más de uno se le ponía el cuerpo fino de tanto practicar aquello que llamaron "Cultura del Pelotazo", mala práctica gubernamental implantada por los socialistas en la segunda mitad de los ochenta que versaba sobre cómo pasar de pobre a rico en dos días, sin necesidad de mucho curriculum vitae. Un buen carné del PSOE entre los dientes, podría ser más que suficiente.
Les llegó la díficil adolescencia en una época en la que la derecha se estrenó al fin en la Moncloa tras varias intentonas fallidas, gracias al desgaste felipista, y dieron sus primeros besos a escondidas acompasados por una ley del suelo que fue el polvo que explica buena parte de los lodos que hoy enfangan nuestras vidas, y que gracias a la cual, Rato pudo colgarse unas medallas en el hojal, que a la vista está, no eran de tan noble metal, para desgracia de aquellos que pensabamos que en la economía española aún eran posibles los milagros. Y para rematar la faena, tuvieron la desdicha de terminar sus carreras universitarias bajo los siete años de mandato de Rodriguez Zapatero, que nada hizo por ponerlos a salvo del estallido de la burbuja inmobiliaria. Un trabajo en precario, un sueldo mileurista y una hipoteca de por vida, las funestas consecuencias de tan fatal onda expansiva. Creen, de verdad, que la juventud en España, puede ser considerada un divino tesoro?

 

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