jueves, 13 de junio de 2013

UNA CUESTION DE PODER

Después de salvarnos del descenso a Segunda División gracias a un agónico empate a uno, cosechado ante el Real Madrid en una primaveral tarde de sábado que tuvo a miles de corazones blanquiazules al borde del infarto de miocardio, la propiedad del Málaga de nuestros amores y sinsabores cambiaba de titular para pasar a manos de un jeque venido de Catar, que cuando firmaba con Fernando Sanz la compraventa del club, en lugar de un equipo de futbol, lo que contemplaba con ojos ávidos de negocio, era el perfecto trampolín para hacer de la Costa del Sol el lugar idóneo en el que rentabilizar sus proyectos de inversión. 
El jeque es jeque pero no es tonto, por eso en su primera temporada como máximo dirigente de la nave malaguista, confeccionó un equipo invirtiendo los euros justos para que el Málaga pudiera salvar la categoría sin correr demasiados apuros. Estaba tanteando el terreno. Pero el proyecto se vino a pique antes de lo previsto, y en diciembre de 2010 llegaba al banquillo malaguista Manuel Pellegrini con la misión de evitar el naufragio que hubiera supuesto la pérdida de categoría y la consiguiente estampida del catarí. No sólo consiguió el chileno evitar la debacle, sino que si la temporada hubiese llegado a durar tres partidos mas o mejor si hubiera sido fichado un mes antes, el Málaga habría acabado clasificado para la Europa League en la primera temporada de la era Al-Thani.
Tras esta magnifica segunda vuelta, en el verano de 2011, Abdullah decide que ha llegado el momento de invertir en el Málaga para que esa inversión le habrá las puertas a otros proyectos más jugosos, que son los verdaderamente interesantes para el jeque, como son el Puerto de La Bajadilla de Marbella, y el nuevo estadio de futbol y su aneja ciudad deportiva planeados sobre los terrenos de Arraijanal. Así que, ni corto ni perezoso, el jeque decide inyectar en el equipo más de sesenta millones de euros con objeto de diseñar una plantilla de campanillas, no confundir con el distrito malagueño, que aspire a ocupar una de las plazas que dan derecho a jugar la Champions, siempre con el permiso de los dos grandes del futbol español. El dineral que llega de Oriente Medio se gasta con acierto y el Málaga anuncia los fichajes de unos futbolistas que ni en los mejores sueños de cualquier aficionado malaguista habrían vestido jamás la elástica blanquiazul. Y el Málaga, de la mano de un magistral Pellegrini, termina la temporada 2011-2012 en cuarto lugar, clasificado para la máxima competición continental aunque tenga que jugar el trámite de una eliminatoria previa, que por cierto, logra solventar con holgura ante un Panathinaikos que no sabia con quien se estaba jugando los cuartos. Y llegado este momento, al jeque se le cruzan los cables y donde dijo digo acaba diciendo diego, y de la noche a la mañana, corta en seco el grifo de los petrodólares que regaba el equipo. La excusa oficial que manejan los mentideros, es que al parecer le estaban sisando en su propio club, delante de las mismas barbas de su tocayo el imberbe Abdullah Ghubn que no parecía muy espabilado que digamos. Nunca quedó claro este episodio que se cerró en falso con el despido del entonces director deportivo, el jerezano Antonio Fernandez. Si sospechas que en tu empresa el dinero se va por donde no tiene que irse, lo que hay que hacer es una auditoria de cuentas para que se vea bien claro quien ha metido las manos en el cajón. Cosa que el jeque no hizo o no quiso hacer. Me inclino más bien por lo segundo. 
Opino que la pérdida de interés del jeque por el Málaga se debe a que los proyectos de La Bajadilla y Arraijanal no han tomado los derroteros que hubieran sido más acordes con el gusto del catarí. Creo que este señor piensa que igual aquí puede comportarse como tiene acostumbrado en su natal Catar, y más equivocado no podría estar. Para empezar, el jeque no sabía que venía a un país, España, al que el padre de un amigo mío gusta apodar con sorna como "el país de los papeles", por la cantidad de tramites burocráticos que se precisan cada vez que uno quiere hacer cualquier gestión ante nuestra elefantiásica administración pública. También es importante reseñar que tampoco conocía la idiosincracia política española y el particular modo que tienen los gobiernos de las distintas administraciones a la hora de relacionarse entre sí, sobre todo cuando no comparten las mismas siglas políticas. Para añadir más leña al fuego, la deficiente gestión económica del club hace que el Málaga acumule deudas por doquier, siendo denunciado ante Hacienda el pasado año por la delegación de la Agencia Tributaria andaluza sita en la vecina Sevilla, denuncia que le levanta la liebre a la Cámara de Control Financiero de la UEFA para que termine sancionando al Málaga, a finales de diciembre, con su exclusión de las competiciones europeas durante las cuatro próximas temporadas, amén de una jugosa multa de 300.000 euros. Cuatro temporadas que han quedado reducidas a una sola al ponerse el Málaga al día en sus deudas con otros clubes. 
Considero que esta injusta sanción que el martes ratificaba el Tribunal de Arbitraje Deportivo tiene su explicación en la caza de brujas emprendida por la UEFA contra el jeque Al-Thani, y no en aplicarle al club un castigo ejemplar que sirva de lección a otros sobre lo que no se debe hacer. Esa versión oficial me niego a comprarla porque no me la trago. Me merece mayor veracidad la versión que mi conciencia me dicta desde hace días, y que me dice que han ido a por el jeque a saco. El futbol es un negocio que mueve mucho dinero, y el dinero es poder. Y el poder de estos mandamases de la UEFA y de sus acólitos, léase por ejemplo Real Federación Española de Futbol y Liga de Futbol Profesional, que han mirado para otro lado descaradamente; se ha sentido amenazado por este nuevo y oportunista mecenas del balompié que quiso desafiar a los poseedores de la hegemonía en el futbol europeo a través de un modesto equipo que tenía visos de llegar a convertirse en un nuevo grande de Europa y que hizo tambalear los cimientos de dicho poder que a tantos conviene no molestar ni mucho menos alterar, hasta que le llegó su Waterloo particular a modo de atraco en Dortmund, perpetrado por un trío arbitral que estuvo en perfecta sintonía con la UEFA cuando no quiso ver lo que todos vimos. Hasta ahí podía haber llegado el Málaga...

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