sábado, 15 de octubre de 2011

CUENTO CHINO

Da la impresión que los chinos han comenzado a desperezarse. Buena prueba de ello fácilmente la podemos encontrar dando un vistazo a nuestro entorno comercial más próximo. Concretamente, en el distrito en el que habito, Teatinos-Universidad, una de las grandes apuestas del Consistorio que rige De la Torre para esta legislatura que acabamos de estrenar, se han aperturado nada menos que tres negocios regentados por personal venido del Imperio del Sol Naciente, en poco menos de tres meses, y curiosamente, los tres están ubicados en una de las mejores arterias mercantiles del nuevo distrito. A pesar de tener los ojos rasgados, tienen mejor vista comercial que muchos de los occidentales de grandes y redondos glóbulos oculares, que deberían ir al oftalmólogo. Como sigan expandiéndose de la forma en que lo están haciendo, muy pronto será casi motivo de sorpresa hallar un comercio de propiedad nacional en nuestras calles. No tardaremos en tener en Málaga nuestros particulares barrios chinos.
Por eso cuando el jueves leí en la prensa la noticia de que Esperanza Aguirre ha decidido liberalizar el horario comercial para todo establecimiento por debajo de los 750 metros cuadrados, en seguida pensé que esta decisión es muy probable que la excelente presidenta, que de tonta no tiene un pelo, la haya tomado, entre otras cosas, como medida para paliar esta creciente sangría en el tejido comercial patrio. Si en Málaga el tema empieza a ser preocupante, cómo no será la cosa en la capital del reino. Sin embargo, a dedicación y esfuerzo a esta gente no les gana nadie. Acaso se han encontrado alguna vez a un chino en el cine, de copas o almorzando o cenando en la calle? A ninguno, verdad?. Viven para trabajar y nosotros trabajamos para vivir. Y eso lo saben hasta los chinos. Otra cosa es que trabajen con eficiencia, es decir, que nos superen en productividad, ahí es donde, hasta la fecha, podemos ganarles la partida.
Así que este que les escribe, está madurando muy seriamente ponerse a aprender chino. Por si algún día, cuando baje a comprar el pan o el periódico, no tenga más pantalones que pedirlo en el idioma de Mao Tse-Tung. Aunque no creo que esa sangre llegue al río, porque los chinos son chinos pero no estupidos, y saben que es más fácil para ellos dominar la lengua de Cervantes que para nosotros chapurrear su complicado verbo. Que más quisiera que todo esto que les he contado fuera un cuento chino. Nada más lejos de la realidad. Me despido, taitia, que significa adiós, y shishi, que significa gracias.

2 comentarios:

  1. Un detalle: el "imperio del sol naciente" es Japón y no China.

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  2. Lo mas extraño que me he encontrado yo es un restaurante chino en Pedregalejo, en el paseo marítimo, que estaba vacío, mientras que los restaurantes del "pescaíto" estaban llenos hasta la bandera. Eso sí que da mosqueo, porque tras varios años, ahí sigue el restaurante chino. ¿De verdad tienen beneficios? No lo creo. Si se mantiene será a duras penas, o bien hay otra explicación.

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