lunes, 8 de octubre de 2012

CAL Y ARENA

Ayer estrenamos temporada de baloncesto en Málaga. La Marea Verde, tirando más bien a marejadilla a causa de los embites de la crisis, volvió a teñir del color de la esperanza las gradas del Martín Carpena. Más de siete mil corazones verdes acudieron ilusionados a ver el estreno en casa del Unicaja 2012-13, un estreno cuajado de dudas a tenor de lo que pudo verse sobre el parquet a lo largo de los cuarenta minutos del encuentro. Del partido de ayer, lo mejor, la agónica victoria final, que a punto estuvo de truncarse, pues el triple final que se jugó a la desperada Manny Quezada desde el medio del campo pegó en el aro local, para susto de la afición malagueña que finalmente pudo abandonar las gradas con una aliviada sonrisa en la cara.
Hasta el momento la mejor cualidad que tiene este conjunto es la defensa, y el juego en transición parece ser que también será una de sus virtudes, si bien a la hora de jugar en estático se muestran evidentes carencias. No tenemos un jugador que amenace desde el perímetro, y tampoco disponemos de una referencia interior que sea capaz de producir en el poste bajo, salvo contadas excepciones. Se fue Freeland y no hemos recuperado su excelente juego de espaldas al aro con ninguno de los hombres interiores que hemos firmado este año. Perovic podría ser nuestra gran esperanza blanca en ese aspecto del juego, pero se le ve muy falto de minutos debido a que la temporada pasada se la pegó casi en blanco por decisión técnica de Xavi Pascual. Por lo que respecta al juego exterior, creo que desde que se fue Marcus Brown andamos huérfanos de un killer que no le tiemble el pulso cuando el balón quema en los momentos decisivos de un choque, a excepción de los pocos partidos que pudimos disfrutar con Juan Dixon, Gary Neal, o con el Gerald Fitch que fichamos para la segunda vuelta de la pasada temporada. El que cortamos a mitad de temporada el año pasado creo que era un doble del escolta americano. Por último, el puesto de base cuenta con una preocupante incognita, que espero podamos despejar pronto, en la figura de Marcus Williams. Del rendimiento que ofrezca este jugador, van a depender gran parte de las probabilidades de éxito de este Unicaja. Cierto es que este verano se han realizado nueve fichajes y que la plantilla es prácticamente nueva, cuerpo técnico incluido. Jasmin Repesa, y su segundo, Curro Segura, tienen curro para rato. Necesitamos tiempo para que unos y otros se vayan conociendo y para que los jugadores asimilen la pizarra del técnico croata. Hasta el momento, está claro que morir en defensa es algo irrenunciable para el entrenador, y que todo jugador debe darlo todo durante los minutos que esté en pista, como puede deducirse del carrusel de cambios al que sometió a la plantilla durante el partido de ayer. En definitiva, mucho tiempo y horas de entrenamiento es lo que este equipo necesita como el comer. Eso, y un anotador exterior de primer nivel, aunque me temo que la materialización de este sueño será mejor que se la encargamos a los Reyes Magos que al consejo de administración del club. Hasta ahora la de cal. Vamos con la de arena.
A las nueve y media de la noche, en el Vicente Calderon se enfrentaban dos de los mejores equipos de la liga. Lástima que el Málaga pretenda ganar en todos los campos con el esmoquin del juego exquisito de toque y toque al que nos tiene acostumbrados desde que llegó Pellegrini a la ciudad. Hay determinados estadios, como San Mames o el Calderón, en los que sienta mejor un desteñido y engrasado mono de trabajo con el que salir a moderle la nuez al equipo de casa. Y más si juegas en el campo de un equipo entrenado por Simeone, que ha sabido transmitir a sus pupilos toda la intensidad que atesoraba su juego en su etapa como futbolista, amén de la marrulleria y las entradas al límite del reglamento con las que solía intimidar a los rivales. Todavía se me hiela la sangre cuando recuerdo cómo, con una aterradora frialdad, le perforó el muslo a Julen Guerrero en un duelo disputado por los dos atleticos en San Mames allá por la mitad de los noventa.
Perdimos porque el Atleti le echó más ganas que nosotros, no porque jueguen mejor que nosotros. Por eso, y porque un arbitro casero no quiso ver la falta que comete Falcao sobre Welligton en el segundo gol rojiblanco. El ariete colombiano empuja lo suficiente al central brasileño para desestabilizarlo en el despeje, lo que hace que el defensa acabe marcando en propia puerta. Jugando así, cuesta creer que el Atletico de Madrid pueda acabar con once jugadores al termino de los noventa minutos. Hasta cuándo el estamento arbitral seguirá beneficiando al conjunto colchonero? Y otra pregunta, hasta cuándo el estamento arbitral dejará de perjudicar a equipos en teoría pequeños, como el Málaga, pero que despliegan un futbol que ya lo quisieran para sí muchos de los grandes de España y Europa? Hasta el lunes que viene, amigos.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario